lunes, 19 de noviembre de 2012

Cataluña, sin tí no soy nada



Pasar por separatista en Madrid y españolista en Cataluña es es extenuante. Muchos ciudadanos de Cataluña sabrán de qué hablo: ellos también se sienten a menudo puentes sobre aguas turbulentas. Pero ya se sabe que, en tiempos de guerra, los puentes son los primeros en ser bombardeados por cualquiera de los dos ejércitos
Julia Otero, en ElPeriodico.com

Pues si, la verdad, me ha definido perfectamente.  Esta es la sensación que tenemos a menudo los que estamos entre dos Tierras (como decía la canción de Héroes del Silencio, ese mítico grupo de mi tierra). 

Somos un puente.  

A veces, al escuchar a mis amigos decir barbaridades sobre los catalanes, intento convencerles de que no caigan en la catalanofobiacon lo que a sus ojos me convierte en catalanista; 

y a veces, con mis amigos catalanes, tengo que decir bien alto y claro que a mí la inmersión lingüística me parece un tremendo engaño, lo que me convierte a sus ojos en la extrema derecha españolista.

Y ¿cómo contempla este humilde puente el aumento de tensión que se está produciendo entre Cataluña y el resto de España?  Pues con mucha tristeza.


Una ¿hábil? maniobra política del presidente de la Generalitat nos obliga a todos, queramos o no, a emitir nuestro voto en las próximas elecciones en sentido identitario, en vez de tener en cuenta criterios más lógicos, como la situación económica, o la gestión de la crísis.

Entiendo a muchos de mis amigos catalanes, que cada vez sienten menos lazos de unión con España.

Pero lo que me indigna es que se dejen engañar.  La intoxicación informativa no les permite encontrar la verdad, y sin embargo es bien sencilla.  Sólo hay que buscarla.  Eso si, hay que buscarla de una manera crítica, sin prejuicios previos.

A mis amigos que van a votar este Domingo, les voy a intentar explicar dos conceptos muy sencillos: déficit fiscal, y superávit comercial.


Primero, ¿es cierto que existe el tan famoso déficit fiscal del Estado con Cataluña?

Sobre este tema hay mucho escrito, y no pretendo extenderme mucho.  En el artículo que bajo mi punto de vista mejor lo explica aparece el siguiente gráfico.


El gráfico muestra el efecto redistributivo del sector público en su totalidad (Administración Central, Seguridad Social, Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales). En el eje vertical se muestra la renta per cápita de los ciudadanos de cada comunidad, y en el eje horizontal la ganancia o pérdida de renta tras la actuación completa del sector público.
Las conclusiones del estudio son claras.  Salta a la vista la bien conocida evidencia de que solo tres comunidades tienen, en la media, un saldo negativo frente al resto del país: Madrid, Cataluña y Baleares.
Pero lo realmente informativo del gráfico se encuentra en la (lógica) pendiente negativa de la relación entre renta y distribución. La única referencia plausible es, por lo tanto, el trato que una comunidad recibe en relación al trato que reciben las demás.  A la izquierda de la recta de ajuste, las Comunidades que son tratadas injustamente, y a la derecha, las que se ven favorecidas por la redistribución de los impuestos.

Como puede verse, Cataluña (y también Madrid y Baleares) son tratados de forma completamente justa, ya que su posición en el gráfico se encuentra sobre la recta de ajuste. A pesar de que los ciudadanos de Madrid pierden, tras la acción del Sector Público Estatal, un 8% de renta, y los ciudadanos de Cataluña pierden alrededor de un 2%.
Y la conclusión más escandalosa del gráfico: las comunidades señaladas con una flecha azul: Navarra y País Vasco (también Asturias, pero por otras razones). La flecha azul indica la posición que deberían ocupar en el gráfico para considerarlas tratadas de la misma forma que el resto. A pesar de tratarse de la segunda y tercera comunidades más ricas de España, son receptoras netas del conjunto del Sector Público español. La explicación es sencilla: mientras dichas comunidades disfrutan de un régimen foral en el que gestionan internamente los principales impuestos (haciendo una pequeña aportación a la Administración Central), en la única administración que comparten con el resto del Estado (la famosa “caja única” de la Seguridad Social) son receptores netos. Así, mientras Navarra debería aportar el 5% de su renta primaria para que la situación fuese “justa”, recibe en cambio algo más de un 1%; por su parte, el País Vasco debería aportar casi el 4% de su renta… ¡y recibe alrededor del 5%!

Sin entrar en esta injusta aberración política y fiscal, con esta gráfica entiendo algo mejor la insistencia de los políticos catalanes en negociar un "pacto fiscal", lo que supondría desviar a Cataluña hacia la derecha en el gráfico, o incluso un concierto económico, lo que supondría pasar aún más a la derecha, y convertirse en receptora neta de impuestos.

Entiendo perfectamente la aspiración de pagar menos impuestos.  Ahora bien, ¿de verdad es eso justo?  

Como trabajador de clase media, soy consciente de que pago más impuestos de los que luego me beneficio.  Cada mes, en mi  nómina, se retienen varias cantidades, que luego gestionará el gobierno (el que sea) como le parezca conveniente. Es evidente que parte de mi esfuerzo se destina a pagar a otras personas que no están trabajando. Parados y pensionistas son receptores netos, y yo soy donante neto.  ¿Estoy siendo víctima de un expolio fiscal?
Está claro que nadie (bueno, dejemoslo en casi nadie) se atrevería a verlo así; pero, ¿qué pasaría si hubiera una campaña mediática en ese sentido? Si yo recibiera información diaria de manera orquestada, a través de todos los medios posibles, sobre la cantidad de dinero que pierdo, sobre la escandalosa manera en que gastan mis impuestos parados y pensionistas, lo bien que viven gracias a mí, etc, seguramente pensaría de otra manera. Quizás terminaría por estar a favor de políticas dirigidas a reducir ese "expolio", como la reducción drástica del subsidio del paro, la eliminación de derechos de los pensionistas en la Seguridad Social, o incluso la expulsión de inmigrantes en paro (aunque les corresponda el subsidio), o la eutanasia por razones de ahorro.
Cada vez sería menos sensible a la lógica y justa redistribución de la riqueza, incluso terminaría por olvidar que cabe la posibilidad de que yo mismo me quede en paro, o que si llego a viejo tendré mis achaques, y necesitaré beneficiarme del sistema público de salud. El foco de atención está centrado en el dinero que estoy "perdiendo" ahora, y yo sólo veo eso.

Así es como manipulan a la opinión pública catalana.  Centrando el foco de atención en un único punto, y olvidando el resto.


Existe otro potente argumento que compensa los esfuerzos del (innegable) déficit fiscal catalán: el superávit comercial.  

Sobre esto hay también toneladas de información, pero seré muy breve.  En este completo artículo se dan dos datos muy claros:

- durante el año 2011, la economía catalana vendió 22.684 millones de euros más de los que compró al resto de España (superávit comercial)

- Ese mismo año, el déficit fiscal de Cataluña con el Estado asciende a 16.434 millones de euros

Echen cuentas, señores.  Pagar más impuestos, para que las otras regiones de España puedan comprar nuestros productos, sale a cuenta.  Esto es muy fácil de entender, si lo quieres entender, y si te lo explican.  También los ciudadanos alemanes sienten a veces que están siendo tratados injustamente al pagar tantos impuestos, que derrochan los países del Sur de Europa.  Pero su gobierno se encarga de explicarles una y otra vez que esto es imprescindible para aumentar el poder adquisitivo de la población de estos países, y poder exportar productos alemanes al resto de Europa.
Sin embargo en Cataluña no se hace este ejercicio didáctico con la población, más bien al contrario. Y el gobierno central, inexplicablemente, tampoco se encarga de defender este sencillo argumento.

Los sectores más radicales de la derecha nacional, los más ruidosos, se encargan una y otra vez de centrar el debate en la confrontación, dando más y más argumentos a los separatistas catalanes.  Da igual que en realidad sean una parte muy pequeña de la opinión pública española.  Aquí en Cataluña se les da todo el altavoz que necesiten, para completar el otro concepto necesario para reclamar la independencia: que España nos odia.  Como dice el periodista Ignacio Escolar en este estupendo artículo de opinión , "con sus palabras alimentan esa misma ruptura del Estado que dicen querer combatir. Han encendido durante años el odio anticatalán, y ahora, cuando el monte se quema, avivan el fuego todavía más. Si algún día Catalunya consigue la independencia, se habrán ganado a pulso un hueco en el callejero de Barcelona por su enorme ayuda a la nueva nación"

Y con este triste panorama de manipulación informativa nos enfrentamos a las elecciones del próximo Domingo. 

Algunos defensores del proceso de secesión lo definen como un divorcio, en el que el hombre (España), por mucho que esté arrepentido de sus innumerables errores de pareja, ya es demasiado tarde.  Es una forma de verlo.  Utilizando una vez más el arma más potente del nacionalismo: el victimismo, echar la culpa de todo al otro. 

Pero yo me quedo con la reflexión más moderada, más conciliadora, con la que concuerdo completamente: " Cataluña no es a España como una extremidad que puede ser arrancada del cuerpo, y que el cuerpo tenga capacidad para seguir viviendo.  La independencia de Cataluña no significaría sacar a Cataluña de España, sino acabar con España, porque España no tiene sentido sin Cataluña, y no podría sobrevivir sin ella.  Ni España es el problema, ni la Independencia es la solución.  El Estado que necesita y reclama Cataluña para defender sus intereses, es, y tiene que ser, España"


Eso es lo que hay que contarles a los catalanes.  Y no amenazarles con que Cataluña saldría del Euro, de la Unión Europea, aumentaría su deuda, etc.  Eso ya no les asusta.  Como la mujer que tiene tomada la decisión de divorciarse, está preparada para los ataques de furia de su marido.
Si yo fuera ese marido, intentaría calmarme, reconocería que muchas discusiones se han debido a mis propios errores, y utilizaría la famosa letra de otro grupo aragonés, Amaral, y le diría:

Cataluña, sin tí no soy nada